El mundo de las sociedades musicales solo rompía su buen clima y paz cuando había un certamen que sacudiera los cimientos de la convivencia local; incluso la rivalidad de los concursos se ha atemperado en las últimas décadas y las ventanas de algunas poblaciones ya no se cierran a canto y cal cuando llega en perfecto pasacalle la banda rival que ha obtenido un triunfo sonado, nunca mejor dicho. Los aires de victoria se convertían en afrenta sin serlo y no ocurría nada más destacable salvo el anecdotario. Eso sucedía a veces, en las poblaciones con dos o más sociedades musicales que alimentan su grandeza justamente en la competencia.
Por eso, cuando sobreviene una controversia como la que hemos vivido las últimas semanas por una metedura de pata de quien redactó en el BOE del 6 de mayo (en el preámbulo de la declaración gubernamental sobre el carácter de ‘Manifestación representativa del Patrimonio cultural inmaterial de España’ de las sociedades musicales valencianas), se ha desatado una polémica aminorando aparentemente la euforia que, con justa lógica, se extendió en todas las sedes del colectivo.
Fue como una losa pesada que cayera sobre la cabeza de muchos responsables. Una polémica inútil, pues la reacción unánime ha aliviado su fuerza: las sociedades musicales valencianas no tienen su origen en las corales catalanas del movimiento Clavé como explicamos en las páginas 2 y 3 de este periódico. Y todo comenzó a crecer exponencialmente cuando en un diario local se atribuye esta afirmación sin rigor histórico a la tesis de la profesora y escritora Elvira Asensi (véase su posición en el artículo de las páginas 16 y 17 de este número de lasBandas).
De la sorpresa a la irritación, el caudal del río tumultuoso en que se convierte este país cuando nos hablan de orígenes e identidades, parecía al principio que iba a desencadenar un alud de improperios, peticiones de dimisión, toma de posiciones enfrentadas y un largo etcétera que nos iba remembrar la “batalla de València”, de tan desagradable recuerdo.
Hubo irritación en las comunicaciones de algunos políticos que veían en el conflicto una oportunidad de sacar la caña a pescar, aunque visto con cierta perspectiva el conflicto nunca existió. Lo acredita la información que publicó nuestro periódico online lasbandasdemusica.com sobre la falta de congruencia entre los años de fundación de las corales catalanas cuando aquí ya teníamos casi cincuenta sociedades fundadas, entre otras cosas.
Finalmente, el clima ha pasado de una borrasca en ciernes a una calma chicha, aunque las heridas todavía están cicatrizando ya que en tiempos de comunicación acelerada (redes sociales) los asertos muchas veces amenazan pues no hay posibilidad de desmentirlos sin entrar en polémicas inútiles.
Y en este plano reivindicamos la figura intelectual de Elvira Asensi, su trabajo ímprobo sobre el movimiento valenciano de sociedades musicales, con una dedicación de décadas de estudio y de publicaciones sobre este tema. Con una tesis doctoral que puso al colectivo en el horizonte universitario, y tal vez sin la cual, jamás se hubiera avanzado tanto en el reconocimiento social que las bandas de música han tenido en los últimos años. Ha tenido que soportar lo que no se merece, incluso los silencios, las pausas y que se le ponga en la punta de un venablo del que es ajena. Nuestro reconocimiento.
Dada la unanimidad de la sociedad valenciana en esta polémica no es ni momento ni oportunidad de buscar culpables en el desencadenamiento de la misma, aunque los haya. Sabemos de la torpeza, falta de perspectiva y ausencia de soporte intelectual del maldito párrafo del BOE, pero entrar en el análisis de las reacciones intempestivas y de los silencios incomprensibles resulta ya tan inútil como cuando queremos apagar una hoguera añadiendo más leña al fuego.
Es hora de seguir y de acometer los retos que las sociedades musicales tienen ante sí. En unos años se ha pasado de dotarlas, a las bandas, de un reconocimiento identitario del pueblo valenciano, a tener que sobrellevar una nueva dimensión producto del propio reconocimiento.
Volvamos a la realidad, porque sin ella no hay futuro. Sabemos que en muchas localidades se están realizando esfuerzos ingentes para que las sociedades musicales vuelvan a la situación de antes de la pandemia. Ese es el desafío. Antes de que haya víctimas. No se entendería que no se pusiese más aliento del que se ha aportado en reflotarlas.