La música es uno de los pocos lenguajes que poseen la capacidad de trasmitir emociones y pensamientos sin la necesidad de palabras.
A través de melodías, ritmos y armonías, las notas musicales pueden evocar una amplia gama de sentimientos, desde la alegría y la esperanza hasta la tristeza y la melancolía. Este fenómeno se convierte en un poderoso recordatorio de que, a pesar de las diferencias culturales, geográficas y lingüísticas, la música tiene la asombrosa capacidad de unir a las personas en un entendimiento y apreciación compartidos.
En este sentido, se convierte en un verdadero lenguaje universal que trasciende barreras.
La capacidad de la música para conectarnos a nivel emocional no solo es un hecho comprobado por la experiencia cotidiana, sino que, también, está respaldada por estudios científicos. Investigaciones han demostrado que, independientemente de su origen, las personas tienden a responder de manera similar a ciertas combinaciones de notas y ritmos. En efecto, la música tiene el poder de despertar sentimientos humanos universales, lo que refuerza la idea de que, a pesar de nuestras diferencias, compartimos un conjunto común de experiencias emocionales. La creatividad y la escucha musical es un vehículo que nos permite comprender y abrazar esas experiencias, fomentando la empatía y el entendimiento entre individuos y culturas diversas.
La música, en su diversidad y complejidad, ofrece una manera de expresar y explorar estas emociones profundamente humanas. El poder catártico de la música permite a las personas procesar sus experiencias y encontrar un sentido de comunidad global a través de los contrastes en los diferentes estilos musicales, como podremos apreciar en la programación de esta temporada. Así, la música se erige como un reflejo de la vida misma, con sus luces y sombras, y nos invita a encontrar un espacio de comprensión entre nosotros.
Al abrazar la música en nuestras vidas, estamos invitando a un enfoque más holístico y consciente hacia nuestra existencia, lo que nos permite abordar los desafíos con una mayor fortaleza y decisión.
En conclusión, la programación ha sido diseñada teniendo en cuenta que la música se erige como un verdadero lenguaje sin fronteras, que trasciende los límites de la cultura, la lengua y la geografía. A través de su capacidad para conectar personas emocionalmente, servir como un medio de comunicación y reflejar los valores humanos, la música nos recuerda la importancia de la unidad, la comprensión y la tolerancia. En un mundo que a menudo se ve marcado por divisiones y conflictos, la música tiene el poder de convertirse en un faro de esperanza y un llamado a vivir en armonía con los principios y valores humanos. En última instancia, nos demuestra que, aunque nuestras experiencias pueden ser diferentes, nuestras emociones y valores fundamentales son universales.
Cristóbal Soler
Director artístico musical de la Banda Simfònica Municipal de València