El Teatro Real anunció el 14 de julio el nombramiento de Gustavo Gimeno (Valencia, 1976) como su director musical a partir del otoño de 2025, fecha en la que concluirá el contrato de Ivor Bolton, y hasta la temporada 2029-2030, el mismo periodo en el que Nicola Luisotti será director emérito.
Un golpe de efecto espectacular y brutal del teatro madrileño que da al traste con todas las quinielas (Gimeno no juega a las quinielas), apuestas y rumores que situaban al director, desde hace años, al frente de la Orquesta de Valencia (Palau de la Música) o de la Orquesta de la Comunidad Valenciana (Palau de les Arts).
El fichaje le acerca un poco más a su tierra, estamos a un AVE de Madrid, pero no lo suficiente, tal y como hubieran deseado muchos melómanos, aficionados y quizá los responsables de los auditorios valencianos. Pero los que lo quieran bien tienen consuelo, porque en la actualidad es director musical de la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo (desde 2015) y de la Orquesta Sinfónica de Toronto (desde 2020) y eso queda un poco más lejos para verlo regularmente. Y también porque a esta tierra, tan miope y cainita en ocasiones con los suyos, hay que venir ya triunfado. Una lástima.
Ya en 2016, en relación con esas quinielas y tras la marcha de Lorin Maazel del Palau de les Arts, él apuntaba a la falta de planificación como obstáculo e ilustraba diciendo que “hay países y orquestas que programan con mucho tiempo de antelación, otras un poco menos y ¡otras muy tarde! Y se les complica más a la hora de alcanzar ciertos objetivos, nada que no sepamos”.
En noviembre de 2018 y en estas mismas páginas se decía: “Un aviso para los que llegaron tarde: termina su contrato en Luxemburgo en 2022, aunque Jesús Iglesias, director artístico de Les Arts, y muchos responsables de auditorios habrán tomado nota”. En Madrid sí.
Baremboim: “Es magnífico. He visto en mi vida directores de todos los colores. Pero es muy raro encontrar uno tan bueno”
Comenzó en la percusión, asociada “al ritmo, a los colores” y su carrera artística en la dirección se inicia en 2012 de manera fulgurante. Diez años meteóricos en los que ha sido invitado a dirigir a grandes formaciones de todo el mundo. La percusión fue el principio y está en los orígenes de la música, y Gimeno los conoce y ahora los sublima con la batuta con una gestualidad y elegancia magistrales. ¡Esas manos! Suyas sí, pero algunos consideran que hereda la izquierda de Claudio Abbado y la derecha de Maris Jansons, sus mentores junto con Bernard Haitink, grandes referentes con los que fue director asistente.
Las cuestiones analíticas las dejo para los doctos. Pero los críticos y prensa especializada ya atisbaron hace tiempo el músico y director que es y los elogios no han dejado de sucederse. Pero tengo la impresión de que a los que iban con el freno de mano puesto no habrá adjetivo que les pare, ahora que se ha anunciado que dirigirá el Teatro Real. Al tiempo.
Hace algunos años alguien que conoce el oficio manifestó su asombro: “Es magnífico. Mire que he visto en mi vida directores de todos los colores, tamaños y niveles. Pero es muy raro encontrar uno tan bueno, tan serio y tan musical”. Era el prestigioso pianista y director Daniel Baremboim. Poco hay que añadir. O sí.
Energía, estilo y virtuosismo
Gregorio Marañón, presidente del Teatro Real, daba la bienvenida al director al que le caracteriza “su energía, estilo y virtuosismo” e indicaba su confianza en el futuro “contando con tan excelentes batutas”.
Joan Matabosch, director artístico del Teatro, recordaba que Gimeno comenzó su colaboración con el Teatro Real en 2019 en una gira a Moscú con la Orquesta Titular del Teatro Real, invitados por el Festival Internacional Rostropovich, “tras la estupenda experiencia de la gira y los extraordinarios resultados al frente de El ángel de fuego esta temporada, se ha hecho evidente que se trata del director de orquesta idóneo para incorporarse al equipo del Teatro Real. Su energía y empatía con los conjuntos artísticos y la dirección artística del Teatro Real son la mejor garantía de futuro de la institución”.
Ignacio García-Belenguer, director general del Teatro Real, afirmaba que “contamos con el mejor equipo para cada fase en la que desarrollaremos nuestro plan estratégico para los próximos cinco años”.
Seis años después lleva a la hilaridad recordar lo que me decía Gimeno respecto a las relaciones con el mundo musical valenciano que se circunscribían al ámbito personal, “conozco a mucha gente”. Sin embargo, “a nivel institucional es inexistente” aseguraba el director cuando se refería a invitaciones de orquestas o instituciones en España donde no tenía planes. Giro copernicano, pues.
Emocionado y feliz
Ahora parece que haya pasado mucho más tiempo desde esas relaciones inexistentes y quizá Gimeno lo haya olvidado. O no. Tras su nombramiento, aseguraba que “me siento muy honrado, afortunado y emocionado. No podría sentirme más feliz”. El director indicaba que “acojo con gran alegría el privilegio de profundizar mi relación con este prestigioso teatro, con la ciudad de Madrid y con su maravilloso público. Estoy deseando empezar a trabajar intensamente con todos los fantásticos artistas y profesionales que hacen del Teatro Real uno de los mejores teatros de ópera del mundo, así como con su Coro y Orquesta Titulares, la Orquesta Sinfónica de Madrid y el Coro Intermezzo”. Y destacaba que “haré todo lo que esté en mi mano para servir a esta insigne institución y mantener su excelencia artística”.
Gran salto cualitativo
Asumir la dirección musical del Teatro Real es un gran salto cualitativo en su trayectoria artística que dio sus primeros pasos en el universo de las sociedades musicales valencianas y en una familia de músicos, su padre fue director de la Unió Musical de Torrent (1981-1996) y su hermano Rubén es director. Bien se le podría considerar uno de los referentes de este movimiento asociativo único en el mundo con una fuerte presencia en la Comunidad Valenciana. Baste decir que hay más sociedades musicales (557) que municipios (542).
Cuando se le preguntaba si era uno de los gustavos Dudamel del movimiento asociativo valenciano decía que el reconocido director, que salió del Sistema Nacional de Orquestas de Venezuela, “es especial y único, estamos hablando de uno de los mejores del mundo, palabras mayores”. Dice mucho de su humildad, pero le preguntaría, ¿a quién buscaría uno de los mejores teatros de ópera del mundo? Pero ya me contesto yo: a uno de los mejores.
Maestro no, Gustavo
¿Maestro? “Maestro no, Gustavo”. Fue mi primer intercambio de palabras con él tras un ensayo con la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo en el Palau de la Música de Valencia antes de entrevistarle en su camerino. Falta una hora para empezar un exigente concierto en su Valencia. La situación es excepcional y ayuda a situar a un gran director del panorama musical internacional ante ese saludo inicial. Ahora le diría: Enhorabuena, Gustavo!