‘lasBandas’ celebra con tres músicos de la agrupación su ciento veinte aniversario
Muchas veces -y me podéis llamar frikisi quieréis- me gusta sentarme en el sofá y abrir la enciclopedia ‘Las Bandas de Música de la Comunitat Valenciana’ que editó hace ya algunos años esta misma casa. Me gusta sentarme y descubrir las historias de las bandas de nuestros pueblos y, como suele ocurrir, hay algunos que te llaman más la atención que otros. Puede ser porque los conozcas, o justo por lo contrario. Puede ser porque hayas tocado con ellos, o porque conoces a alguien de esa banda. Y luego también puede ser porque sean, como la Entidad Musical Maestro Serrano, tan antiguas, que piensas cómo de afortunados somos los valencianos por estar haciendo música tantos años.
En este pueblo de poco más de mil habitantes rodeado de montañas y ríos, hubo un párroco (Joaquín Pla) que fue imprescindible para que a día de hoy yo pueda estar escribiendo estas líneas. La importancia no fue tanta en ser el primer director, sino en inculcar el espíritu de la banda en algunos vecinos que serían, años después, los encargados de llevar su nombre por todos los rincones de València, de España, y del mundo. Generación tras generación. Década tras década. Incluso, en esta banda, siglo tras siglo. Nombres -actuales, eso sí- que nosotros queremos recuperar en esta particular celebración. Empezamos, si queréis, por Vicente, actual secretario de la banda y clarinete bajo. Nos cuenta su historia.
‘Yo me incorporé a la banda con catorce años y actualmente tengo sesenta y cuatro. Ya era músico entonces, desde los diez años, pues aprendí en la banda de música de Cabra de Córdoba. Lo hice gracias a mi padre, que, como buen valenciano, era muy aficionado a la música y nunca se lo agradaceré bastante. En 1971 me trasladé de Andalucía a València y me incorporé a la banda de Cofrentes: y así, hasta día de hoy’. Madre mía, a ver cómo seguimos porque tan solo en la primera respuesta, Vicente ya me ha emocionado.
Vicente es una persona de familia musical: su hija toca la percusión y el trombón de varas, en Santa Cecilia de este próximo año se incorporará una sobrina que toca el clarinete, su nieto no tardará mucho, tuvo un tío que estuvo tocando la percusión hasta bien entrados los ochenta años… Y lo que a mí más me gusta, ya lo sabéis, conoció a su mujer también en la banda. Y también toca el clarinete.
P: ¿Y cómo recuerda Vicente esos primeros años en la banda?
R: Los recuerdo con muchocariño. Era una época en la que no existían ni Internet ni ordenadores y sólo había dos cadenas de televisión. Íbamos a tocar a muchos sitios:les Fogueres de Alicante, las Fallas de València, Moros y Cristianos por toda la Comunitat, etc. Por aquel entonces nos pasábamos tres o cuatro días fuera de casa y durmiendo en cualquier sitio: en una almazara de aceite, en un colegio de un pueblo con colchones en el suelo, incluso, a veces en colchones de viruta y veinte músicos durmiendo en una sola habitación. Pero no todo era malo. Recuerdo, por la curiosidad del momento, que unas Fallas un turista norteamericano se enamoró de la banda y nos invitó a un auténtico banquete en el hotel Astoria. Fue la primera vez que comí caviar en mi vida.
P: Ves, yo lo de dormir en el suelo, sí, pero lo del caviar no he tenido esa suerte. Y, ahora, ¿cómo ha cambiado la banda?
R: El cambio de la banda en estos últimos años ha sido para mejor, sin duda. Cuando yo me incorporé no había ningún músico con estudios y ahora, el que más y el que menos, algún curso de conservatorio tiene y con la Escuela de Música del Valle de Ayora-Cofrentes el nivel subirá. Para mí, el cambio más importante consiste en que cuando me incorporé yo formaba parte del grupo de los jóvenes, pero ahora, formo parte del grupo de «los viejos». No importa, el espíritu se mantiene joven.
Y tal vez por esto Vicente siga siendo secretario de la banda y mantenga esa energía con la que me responde a las preguntas. Antes de terminar, quiere hacer una reflexión que me parece muy importante: la importancia de las bandas en los pueblos. Más que bandas, familias. ‘En especial, quiero citar a Jerónimo Sánchez, maestro de la banda durante más de cincuenta años y a quien al poco tiempo de jubilarse nos lo arrancó está maldita pandemia. Creo que esto último ha sido lo más triste de la banda en toda su historia. La banda de música constituye el máximo referente cultural del pueblo y, lo hemos notado durante la pandemia en la que hemos permanecido mudos’. Ahora, por suerte -y cada vez más- escuchamos más música de banda por las calles.
Y de Vicente, conocemos a Núria Gómez, que tiene 28 años y desde hace 17 toca en la banda de música el saxo alto. Elegido por tradición familiar, por cierto, ya que la mayoría de músicos de su familia son saxofonistas. Actualmente da clases a los más pequeños de la Escuela de Música.
P: Una familia de músicos que, ¿cuándo empieza?
R: El primer músico en la familia fue mi abuelo, que posteriormente, fue director de la Entidad Musical «Maestro Serrano» de Cofrentes durante 54 años. Él mismo enseñó a varios miembros de mi familia. Mi abuelo fue componente de la banda de música de Cofrentes durante unos años, y ésta, tras quedarse sin la figura de director, aceptó el cargo ofrecido con tan solo 23 años, ya que era el alumno más aventajado que había en ese momento en la banda. En Cofrentes, fue pionero en incorporar la figura de la mujer a la banda. Y no solo fue el director, sino también el presidente y el formador de gran parte de la plantilla de músicos, enseñó música a todo el que quería aprender, cientos de personas pasaron por sus manos impartiéndoles lenguaje musical y cualquier especialidad instrumental.
P: ¿Y a tí, Nuria, qué te enseñó tu abuelo?
R: Me dijo que debía dedicarle un rato de estudio cada día, tanto a solfear como a tocar. Y sobre todo me inculcó los valores de implicación con la banda, reflejados en el compromiso en asistir a cada ensayo y todos los actos. Para mí la banda es unión, alegría, diversión, distracción, amistad… Algo que mi abuelo construyó durante muchos años junto a los músicos de Cofrentes con mucho esfuerzo, dedicación y trabajo.
Y, como siempre, terminamos hablando con el presidente de la banda. En este caso se llama Aitor J. Sanglier y es un buen músico, porque es percusionista. Que se note que yo también lo soy, ejem, ejem. Aitor se apuntó «a la música» con siete años porque siempre le había gustado. Era uno de esos niños que cuando veía a la banda pasar por la calle se quedaba embobado mirándolos sin pestañear. Y, ahora, pues es presidente.
P: ¿En qué momento decides dar el paso y ser el presidente? ¿Por qué?
R: Pues hará unos 4 años, la directiva anterior decidió que había llegado el momento de hacer un cambio y convocaron elecciones. En aquel momento pensé que, con un buen grupo de personas alrededor sería más fácil poder dar un giro al rumbo de la Sociedad y dar un paso más allá, para modernizar algunas cosas e impulsar nuevos proyectos. Así que me atreví. A día de hoy, el trabajo de todos mis compañeros está dando sus frutos pese a todos los problemas y dificultades que han ido surgiendo y poco a poco vamos consiguiendo superar nuevos retos y alcanzar objetivos.
P: Actualmente, ¿cúantos músicos hay en la banda? ¿Y alumnos?
R: Somos unos 35 músicos en plantilla, más los jóvenes de la banda juvenil, que vienen pisando fuerte. En cuanto a la escuela, debo decir que estamos muy agradecidos con la gran acogida que tuvo el proyecto que empezamos, uniendo fuerzas con otros pueblos vecinos, de una escuela intercomarcal. Contamos actualmente con unos 70 alumnos entre todas las disciplinas que se ofertan, asegurando así un futuro y una continuidad para esta Sociedad, a la vez que asegurando una buena enseñanza y de calidad, gracias al profesorado con el que contamos.
Aitor habla de la Escuela de Música del Valle de Ayora – Cofrentes, en la que están implicadas las bandas de Zarra, Teresa de Cofrentes, Jarafuel, Jalance y Cofrentes.
Cada vez me cuesta más hacer esta pregunta -tal vez sea porque, por suerte, cada vez nos queda más lejos aquel marzo de 2020- pero me interesa mucho saber cómo la Entidad Musical Maestro Serrano ha vivido la pandemia. ‘Pues pese a las dificultades para ensayar, dar clases a distancia, las medidas tan restrictivas y demás hemos conseguido mantener el número de músicos e incluso aumentar el de alumnos de la escuela, sin tener ningún contagio’, me comenta Aitor. Esto es la parte buena. Y la mala, como ya os podréis imaginar, son las decenas de conciertos, actos festivos, intercambios, viajes programados a otras ciudades a tocar que se han tenido que cancelar, etc. Pero bueno, parece que la luz al final del túnel cada vez está más cerca y algunos de estos conciertos que no se pudieron hacer en 2020 y 2021, se realizarán próximamente, así como las actuaciones en las Fiestas Patronales, los conciertos de verano, otoño e invierno; dos o tres salidas a València a tocar, intercambios y colaboraciones con otras agrupaciones… ‘También este 2022, saldrá a la luz nuestra grabación del concierto de música bailable, que grabamos este año. Y por fin, pese a las muchas pegas, podremos terminar la reforma de nuestra sala de ensayo y local social’, me comenta -contento- Aitor.
Y como celebramos un aniversario, pues es momento de soplar las velas y pedir un deseo. Aitor, ¿cuál sería el tuyo? ‘Continuidad, trabajo en equipo y diversión. Creo que una Sociedad Musical no es solo música, es una cultura de esfuerzo y trabajo, de diversión y amistad, de compañerismo y tesón, de jóvenes y experimentados. Una Sociedad Musical tiene que ser mucho más para no caer nunca en una espiral negativa que la lleve a desaparecer’.
Con esta actitud, amigo Aitor, te aseguro que estos 120 años son solo los primeros de muchísimos más. Desde ‘Las Bandas’ os deseamos un feliz aniversario y mucha suerte.
‘Unas Fallas un turista norteamericano se enamoró de la banda y nos invitó a un auténtico banquete en el hotel Astoria. Fue la primera vez que comí caviar en mi vida.’
‘Enseñó música a todo el que quería aprender, cientos de personas pasaron por sus manos impartiéndoles lenguaje musical y cualquier especialidad instrumental.’
‘Una Sociedad Musical tiene que ser mucho más para no caer nunca en una espiral negativa que la lleve a desaparecer.’