Todavía se escuchaban los rumores del agua que acechaban por el sur cuando tuvo lugar en el Palau de Congressos la entrega de los II Premios Bankia. La sala del auditorio 2 casi repleta indicaba dos cosas: la confianza que sigue profesando la entidad financiera hacia las sociedades musicales como un elemento identitario no discutible, lo cual es mucho en estos tiempos tan dados a la fácil descalificación y al improperio malintencionado.
Ahí es donde acierta Bankia cuando ahora se cumplen cinco años de su primer compromiso, que va renovándose año tras año con la misma fuerza que, permítanme la abusiva comparativa, como se repiten las gotas frías en nuestro territorio. En este caso como un maná que en el desierto húmedo de nuestro territorio de cada otoño se renovara para mayor gloria de la música valenciana.
No estamos en disposición de poner ni un solo pero, ni un solo obstáculo, ni una sola objeción. Los Premios Bankia se han convertido en un referente que hace aflorar a la superficie todo un mundo a veces desconocido, siempre injustamente olvidado, de todos los proyectos, las gentes y los colectivos que vienen a acreditar que existe un fondo de investigación, de trabajos anónimos, de calidades que tal vez no existirían si la sociedad valenciana no tuviera desde hace casi dos siglos reverencias por la música y donde las sociedades musicales enaltecen una manera singular de ser valencianos que no solo enorgullece sino que nos sitúa en el mapa del mundo con un hecho tan singular del que no existe realmente parangón en nuestro planeta.
Bankia acertó cuando respaldó la creación de unos premios que nada tienen que ver con los Euterpe ni con los Carles Santos. Aquellos son un acto de intimidad colectiva de la FSMCV que expresa una opinión corporativa hacia el interior del colectivo pero que nacen con la voluntad de reconocimiento de todas las acciones, representaciones, actividades y efemérides destacadas de las sociedades musicales vistas desde dentro.
Los premios Carles Santos de la Generalitat es una proyección de las actividades más destacadas de cada año. Nacen, por poner un ejemplo, en modo Goya, como se premian las películas más destacadas del año. Y es bueno que sea así, que cada uno de los premios tenga en sí mismo una significación singular. Ninguno sustituye a los otros. Los Euterpe, los Carles Santos, los Bankia, forman parte de un mismo paisaje pero el ojo de la cámara de cada uno de ellos enfoca de manera diferente.
La insostenible levedad de las finanzas
En este mes de septiembre este periódico no puede dejar de hacerse eco de una situación que comienza a ser extremadamente delicada. La financiación de la Generalitat está sufriendo el menoscabo de una situación general producida por la parálisis institucional que se ha producido con el bloqueo del gobierno de España. Al cierre de esta edición no parece que las cosas hayan cambiado. Los mismos vericuetos que acechan a la situación actual podrían repetirse el 10 de noviembre si en el horizonte, los héroes no dejan de ser titanes para convertirse en servidores de la patria.
Nada es tan inquietante como observar como las barricadas de bloqueos impiden que quien ganó las elecciones pueda ahora gobernar para no atorar a millones de gentes desfavorecidas que esperaban el comienzo de una legislatura que se anunciaba como esperanzadora.
Convocatoria paralizada
El Consell está paralizando la convocatoria de subvenciones de las que tenemos constancia especialmente sobre aquellas que se refieren a la promoción y uso, y defensa del valenciano, aunque seguramente hay en otros sectores. Una partida que a los medios de comunicación pequeños, someros, militantes de una actitud de defensa de nuestra lengua, se le está haciendo muy duro no solo porque los dineros no llegan, sino porque el silencio desde la dirección general correspondiente anuncian que a lo mejor este año no llegarán nunca; y por una falta de información, como si no pasara nada, podría afectar al diseño de estrategias y consiguientemente a la viabilidad de muchos proyectos de normalización lingüística que podrían desaparecer.