Se puede ser anciano o se puede ser provecto, que no es lo mismo, aunque el diccionario diga lo contrario. La vida transcurre con imprevistos, sorpresas, muchos azares y determinaciones propias o ajenas, Pero la vida auténtica es de los valientes, y ya se sabe que los editores que no se dejan doblegar y permanecen lo son.
Dicen que a Blasco Ibáñez un bien día le espetó irónicamente Scott Fitzgerald, su competidor en la red de periódicos donde publicaban alternativamente sus artículos semana a semana (¡a 7000 dólares de la época¡): “Blasco, usted sabe que para ser un auténtico editor hay que arruinarse tres veces, y usted solo lo ha hecho en dos ocasiones”, a lo que el novelista valenciano respondió: “Estoy en ello Scott, estoy en ello”. Ambos compartían páginas en muchos rotativos, periódicos, y magazines norteamericanos, como el The Saturday Evening Post, por ejemplo.
Ignoro si la anécdota es real, pero es muy propia de ambos personajes. La historia de la literatura, del periodismo y de la edición está llena de temerarios que ennoblecen el arte de la imprenta como se le llamaba a este oficio en el Renacimiento.
Viene a cuento todo esto porque reivindicamos para nosotros mismos, yo, ellos, el equipo y vosotros, los lectores fieles que por miles van llenando el baúl de los adictos, el valor y la resistencia. Valor porque convendrán conmigo que hacer un periódico de música, en su más amplio espectro, con el título tan original gráficamente como convencional en su significante, lasBandas, es una idea que hace dos años parecería ser de visionarios quiméricos, fantaseadores, ilusos, románticos, imaginativos, ingenuos, utópicos, fantásticos, idealistas, quijotes… Pero era una buena idea para esta tierra, para este país.
Cumplimos dos años desde aquel mayo de 2017 en que salía el primer y titubeante número 1, que con 10 por año, hemos cumplido 20 números (véase páginas 12 y 13) de apasionante espera, dentro de una sociedad, la valenciana, volcada con la música, pero desconfiada con los extraños como toda buena sociedad de origen agrícola.
Fueron comienzos difíciles, conformados con la compañía de un equipo de profesionales de enorme reputación, Alexis Moya, Cristina Quílez, Josep Lluis Galiana, Guillem Nicolás, Ivana Villar, Johanna Rodríguez, Carmen, Virgilio, Pura… y hasta una veintena de colaboradores y corresponsales que se aprestaron a sumarse al equipo a sabiendas de que la travesía podía dar con la nave en las fauces del océano. Fue difícil también contemplar la expresión escéptica de responsables de publicidad de propios y extraños, es decir de públicos y privados. Muchos de ellos creían –y otros siguen creyendo– que estábamos locos; tal vez tengan razón. Pero hoy ya saben que nuestros lectores están cercados por casi treinta mil lectores. Que son muchos.
La resistencia encontrada permanece todavía agazapada; el periodismo en papel está desprestigiado a pesar de que es el único que confiere prestigio y reputación a quien frecuenta en positivo sus páginas. Nada es igual si no se deja razón, como se decía antiguamente al oficio de notario. El periodismo de papel tiene el rango de fedatario público, el periodismo online es sin embargo más efímero, pertenece a esa nevada de noticias que nos cubre todos los días y donde el rango de testimonio que tiene el periodismo en papel se ha convertido en simple testigo de la inmediatez de la realidad.
Pero nadie existe sin el online y nuestros lectores son asiduos del referente online de lasBandas, con el diario www.lasbandasdemusica.com, que no es un rango de web al uso convencional, como miles de millones de ellas existen. No. Somos un periódico, es decir, un diario en línea que publica cada día del año las noticias que en el mundo de la música se producen cotidianamente. Estar en un cifra cercana –auditada– al medio millón de páginas visitadas es un capital de enorme repercusión.
Estos dos años, efectivamente, han sido de resistencia, pero hemos avanzado; tal vez la sociedad mercantil valenciana todavía no se ha dado cuenta que estar con nosotros es predicamento, saber estar en el mundo de la música, es decir, de lo que es más nuestro; y que compartir espacio, con sus anuncios, en un periódico de la música, las músicas y la cultura popular tiene un retorno atractivo.
Las sociedades musicales comprendieron muy pronto que esta era su casa, ya lo comprobaron cuando editamos –otra temeridad– una enciclopedia de las bandas de música con historia de todas las sociedades. La FSMCV de la mano de Josep Almeria y Pedro Rodríguez siempre creyó en el proyecto, y el proyecto es también vuestro, aunque nunca ha desaparecido ni del paisaje, ni del ánimo, la incertidumbre de estar permanentemente en una encrucijada