El Palau de la Música acogió uno de los momentos estelares de los cambios que València está desarrollando, por iniciativa de su ayuntamiento, en el campo de la música. La presentación en sociedad del nuevo director de la Banda Sinfónica Municipal de la ciudad, Cristóbal Soler.
Fue una mañana de domingo francamente alegórica, no solo porque lució el sol después de varios días de cielos nublados, sino porque ante un público entendido, la nave de la BSM al frente de la que estaba un nuevo director se mostró con calidad y certidumbre, auspiciando un nuevo tiempo.
Sonó bien la Banda Municipal, acorde con la calidad de sus integrantes, pero también con la inspiración añadida de un director que, según nos dijo, quiere poner en valor a una banda sinfónica que tiene mimbres para alcanzar la excelencia.
Tuvo dos partes bien definidas, la primera dedicada a música histórica valenciana con obras del compositor Rafael Talens (Cullera, 1933-2012), autor de gran recorrido como clarinestista y compositor, integrante de bandas nacionales y expreso defensor de las bandas de música. “Tercio de quites” es uno de sus pasodobles más conocidos y más interpretados, de hecho, lo ha sido en el Certamen de València en diferentes ocasiones. Todavía se recuerda a la de la banda musical de Alboraia en 2012. Muy reconocible en los repertorios bandísticos, fue para Cristóbal Soler un buen aperitivo para indicar que en su gestión no se olvidará de la mejor y más tradicional música valenciana para banda.
Después, como segundo plato de la primera parte, el poema sinfónico ‘Mare Nostrum’, de Miguel Asins Arbó (1916-1996), muy reconocido por el gran público por ser uno de los músicos elegidos muy a menudo por el cineasta Luis García Berlanga para sus películas (Plácido, La Vaquilla, El Verdugo) y que desarrolló en Valencia buena parte de su carrera y en donde falleció. Obra emocionante que la Banda Sinfónica Municipal de la mano de Soler extrajo elementos del folklore valenciano y en homenaje a nuestro Mar Mediterráneo. Un fuerte reconocimiento se escuchó al finalizar la primera parte.
Segunda parte mirando a la música europea
La segunda parte se inició con la agrupación buscando matices y sintonías apretadas de la obra de Héctor Berlioz (1803.1869) “El Carnaval Romano”, en este caso con una transcripción de Emilio Vega y una sobredimensión delicada de Cristóbal Soler que llevó a la BSM a un plano de extraordinaria sensibilidad a pesar de que la obertura de la opera “Benvenuto Cellini” está repleta de energía vibrante (era amigo de Alejandro Dumas) y una atmósfera de festiva, con un talento orquestal que la BSM supo expresar con su propia personalidad y la de su director.
Para finalizar, los ‘Cuadros de una exposición’ del ruso Modest Mussorgsky (1839-1881), en transcripción de José Schyns. Se trata de una partitura para piano del propio Mussorgski, que orquestó posteriormente Maurice Ravel que ha superado a la original en el ideario colectivo musical. Se refiere a diez cuadros y dibujos de una exposición póstuma del artista Víktor Hartmann.
Un final vibrante y emocionadas palabras de Cristóbal Soler
La puesta en escena de la BSM copó los anhelos de Cristóbal Soler que, con un final explosivo, llevó la emoción a la Sala Iturbi del Palau de la Músico Los presente irrumpieron con una sucesión de aplausos en reconocimiento a un trabajo inicial que indica por donde van a ir las cosas de la mano del director valenciano, quien no dudó, al final en dirigirse a los asistentes con unas palabras que denotan su compromiso con este nuevo reto de su existosa carrera.
“Es un honor, como músico valenciano, ser el director de la Banda Sinfónica Municipal de València, de sus excelentes profesoras y profesores que, para mí, sin duda, es sinónimo de hacer música con ilusión, entrega y pasión, con el empeño de ponerla en valor con nuevos e ilusionantes proyectos y de estar al servicio de la sociedad valenciana, nuestro público»