Daniela González ha accedido a la reelección como presidenta de la Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana sin oposición, –digamos, dicho con perdón–, que a la búlgara en una Asamblea que se organizó y desarrolló con las ventanas cerradas, para que no entrara el viento de la duda, cuando en realidad no había motivo para ello.
Daniela González ha tenido que hacer malabarismos para superar los inconvenientes de la crisis sanitaria desde mayo de 2019 cuando tuvo que hacerse cargo de la organización –cooptada por el anterior presidente, que se exclaustró en la política.
Pero el colectivo que representa a más de 60 mil músicos no se merecía tanto temblor de piernas, ni una política de pasar de puntillas en una oportunidad que solo se da cada cuatro años para poder hablar de estrategias globales, de políticas culturales y de planeamientos.
El programa de Daniela González y sus 24 acompañantes se entregó a las SSMM 48 horas antes para que no hubiera tiempo de analizarlo con detalle y hablarlo… Y se ocultó a la prensa e incluso al Institut Valencià de Cultura que financia a la federación. Tampoco la prensa, como este periódico, que no recibió acreditaciones para asistir a la sesión, y se le prohibió el paso por empleados de la FSMCV, “cumpliendo órdenes”.
¿Para qué todo este montaje cuando ni tan siquiera había opositores, ni había candidatura alternativa, ni existían controversias de fondo, cuando en realidad la inmensa mayoría tenía una visión positiva de los dos años y medio de gestión?
La Asamblea, además, se rellenó con eventos y parafernalias, justas, tal vez, merecidas sin duda, pero que actuaron para acortar tiempos y poner en la pantalla del contenido un filtro que mitigase el debate, si le hubiere: Premios Euterpe, cumpleaños felices para sociedades musicales, pasacalles por las calles de Canet, y algunas distracciones varias, pero que desmotivaban cualquier intento de preguntar y preguntarse sobre la naturaleza de lo que se iba a decidir.
Jamás en las asambleas electivas de los últimos 20 años se ha sustanciado un orden del día, con debate de candidaturas y programas, preguntas y ruegos, y además análisis de presupuestos para 2023, en tan solo una mañana. Ni la Boulé de Solón que no existía en realidad, pero aparentaba serlo.
Programa, estrategia, intenciones básicas
Elegir presidencia y su grupo de dirigentes no es cosa baladí, sobre todo si no existe una guía directora que enmarque las acciones en pos de un logro objetivo. Pondremos por ejemplo presidencias anteriores. En tiempos de Pepe Almería, que también acabó en la política, la FSMCV se propuso una estrategia global teniendo como marco la Gestión del Conocimiento; es decir aquellas acciones internas y externas que pusieran en valor el necesario conocimiento de la sociedad valenciana de la existencia desde hace dos siglos largos de sociedades musicales, en una raigambre territorial transversal y expansiva. Era preciso que los valencianos tomaran como propio de su identidad las bandas de músicas, relegadas hasta entonces en “coses de poble”. Un objetivo que se cumplió y que fue herencia para que Pedro Rodríguez, que sucedió a Almería sin tratar de borrarlo de los papeles, lo convirtiera en proyectos concretos que se perfilaron en 2018 con el aniversario 50 de la FSMCV y la obtención del rango de Bien de Interés Cultural. Se cerró así la antigua por entonces estrategia del conocimiento y se entraba en los proyectos concretos (KPl le llaman los modernos), más allá de conformación de estrategias de inteligencia social y traslación política. Nos estamos refiriendo a que un programa tiene que tener una denominación, un objetivo y la redacción de un proyecto táctico inteligible con indicadores relacionados con los objetivos fijados; no es suficiente, aunque necesario, mantener los puntos del programa de 2018 que aún vigentes y, sin embargo, dejar en blanco el frontispicio del propio motor que alimenta una propuesta propia y singular, la propuesta de Daniela González.
Si dejamos aparte los males de cabeza de la pandemia, bien gestionados, si nos olvidamos de las tentaciones totalitarias de espaciar a los medios de comunicación que le han sido afines, como el nuestro; si consideramos un error haber dejado fuera de la Junta Directiva a dos dirigentes destacados de los socialistas valencianos (Cristina Fornet –La Safor– y Lute Fernández –Alaquàs–; en la GVA están estupefactos…), como si los guiños políticos no fueran útiles, y haberse desmarcado de la CESM –Confederación Española de Sociedades Musicales, que agrupa a las diferentes federaciones del estado español– dirigida por cuatro valencianos…; si nos olvidamos de todo ello desde aquí deseamos la mejor de las suertes a Daniela González para que tenga éxito y aunque sea poco a poco nos diga a todos y a todas de qué va la cosa.
*Juandedios Leal es director del periódico lasBandas y del diario online www.lasbandasdemusica.com