Como profesional de la estrategia, me resulta complicado procesar la inmensa cantidad de información que está surgiendo, en estos momentos, para explicar el entorno de incertidumbre, volatilidad, complejidad y ambigüedad en el que estamos inmersos. Creo que actualmente no hay un escenario claro, ni tan siquiera una variedad de escenarios que se sucedan uno a otro. La realidad está siendo, más bien, la ausencia de escenarios, por cuanto esta realidad está siendo, y va a ser en el futuro, altamente cambiante. El cambio continuo es la nueva normalidad.
Estamos ante un problema complejo que requiere, necesariamente, de soluciones de complejidad. Y, en este contexto, no puedo dejar de pensar en los viejos conceptos de sinergia, cohesión grupal y gestión del conocimiento ––¿viejos conceptos?–– como posibles alternativas de solución al entorno cambiante que están viviendo nuestras sociedades musicales y toda la sociedad, en general. No obstante, creo que para hacer funcionar estos conceptos se necesita algo que actúe como nexo de unión entre ellos, como un elemento facilitador y generador de cohesión: el liderazgo.
Estoy convencido del imprescindible papel de las instituciones para abordar una situación compleja como la actual, así como del valor del conocimiento. No espero liderazgo ni inversión de recursos de la administración pública, y sería una grata sorpresa que esto sucediera, aunque me puede el escepticismo. No obstante, las sociedades musicales necesitan un liderazgo, con altura de miras, para impulsar y gestionar la innovación y la gestión del conocimiento, un conocimiento que no importa dónde se genere, a fin de que pueda ponerse al servicio de todo el colectivo al que pueda afectar. Finalmente, el conocimiento creado habrá que ponerlo en manos de las autoridades sanitarias para que, una vez validado, pueda convertirse en protocolos institucionales garantes de la continuidad de las sociedades musicales en un ámbito sanitario que proporcione confianza y seguridad para la salud colectiva.
Las sociedades que mejor resisten una situación como esta son aquellas que tienen un entramado institucional fuerte, que son capaces de interlocutar con la sociedad civil y con los agentes generadores de conocimiento, que son capaces de invertir recursos en lo importante y aprovechar el conocimiento generado para establecer protocolos que funcionen y proporcionen confianza y tranquilidad a los colectivos a los que se les aplican.
Ahora, las sociedades musicales necesitan protocolos de actuación que garanticen la seguridad sanitaria en todas sus instalaciones y actividades: sociales, educativas y artísticas. El primer paso es la reivindicación, cierto, pero todavía queda la proactividad, unir fuerzas y recursos con un mismo propósito. Alguien tiene que liderar para crear sinergias, cohesión grupal y gestión del conocimiento, en este sentido, y alguien tiene que poner los recursos necesarios para desarrollar este conocimiento, con generosidad, y sin rivalidades miserables que no aportan nada en el momento actual. Y hay que ponerse a trabajar ya.
*Presidente de la FSMCV (2006-2014) y diputado de las Corts Valencianes (2014-2019).