Andrés Valero-Castells nació en Silla hace 42 años. Viene de una familia de músicos. Desde los 8 años empezó a hacer de la música su modo de vida. Completó su formación en los Conservatorios Superiores de Valencia y Murcia, titulándose en ocho especialidades, con cuatro Menciones de Honor y Premio Extraordinario Fin de Carrera en Composición. Ha recibido importantes premios y distinciones. Sus obras se han interpretado en la mayor parte de Europa, y en EEUU, Argentina, Puerto Rico, Colombia, Panamá, Costa Rica, Japón, Corea, Singapur, Hong Kong, etc. Ha sido Director Principal Invitado de la Banda y Orquesta Primitiva de Llíria, y fundador del ensemble Estudi Obert. Fue director de las bandas del CIM de Mislata, y de la SAM de Picassent. Actualmente dirige la banda de La Lírica de Silla.
P: La composición ‘La Vall de la Murta’ es una de las elegidas como obra obligada de este Certamen Internacional de Bandas. ¿Qué ha significado para ti?
R: Una alegría muy grande, puesto que ya hace 13 años que la escribí. Desde entonces se ha tocado y grabado en muchas partes del mundo, y que siga estando de actualidad me llena de satisfacción.
P: ¿Cómo nació la obra? ¿Podrías contarnos algunos de los detalles que hay en esta composición?
R: Fue un encargo de la Societat Musical d’Alzira como obra libre de la sección de honor del CIBM del año 2002. Querían que la obra girara en torno a algo que tuviera que ver con ellos. Me sugirieron varias ideas, y me llevaron a visitar La Vall de la Murta, un paraje protegido, de incalculable valor, tanto histórico como natural. Quedé fascinado por el lugar, por la orografía, la fauna y la flora, el microclima, la historia del Monasterio, etc. Así que empecé a trabajar de inmediato sobre todo ese material.
P: ¿Qué cuenta La Vall de la Murta?
R: Pues, es una obra bastante descriptiva. Tuve que seleccionar las ideas que más me gustaron para configurar una obra que no superara la duración permitida. Al final organicé la sinfonía en 3 movimientos; en el 1º se describen dos de los montes del lugar, muy distintos, pero igualmente impresionantes: “Cavall Bernat” con toda su majestuosidad, y “Les Agulles” multiforme, punzante, muy contrastante con el anterior; finalmente se recrea un terrible incendio que tuvo lugar en 1983. EL 2º tiempo se titula “El monasterio; 1401”, toma como inspiración la joya arquitectónica del valle, y empieza recreando la idea de los monjes orando en su claustro. Finalmente el tercer tiempo tiene dos secciones, la 1ª “Pirates Moros” se inspira en los episodios relatados de asaltos al lugar por parte de dichos piratas, no en vano el monasterio tiene la particularidad de contar con una torre fortificada; y concluye con uno de los episodios de mayor esplendor, puesto que en 1586 Felipe II visitó el lugar, y para que las carrozas reales accedieran hasta el enclave del monasterio hubo que construir un puente de piedra específico, la música trata de reflejar toda esa fastuosidad para acabar la obra de manera grandilocuente.
P: Nos gustaría saber desde cuando te dedicas a la composición y desde cuando nace tu inquietud musical.
R: Vengo de una familia de músicos, aunque hasta mi generación no nos profesionalizamos. Somos 3 hermanos y todos nos dedicamos a la música. En mi casa había un ambiente muy propicio para la música, y lo extraño hubiera sido dedicarse a otra cosa. Empecé bastante temprano, a los 8 años, desde entonces paulatinamente hice de la música un modo de vida. Respecto a la composición, se remonta bastante puesto que siempre fui fantasioso y creativo, recuerdo como después de estudiar trompeta y piano a diario, dejaba siempre un espacio de tiempo para tocar algo que se me ocurriera no escrito en ninguna partitura. De ahí pasé a tomar notas de esas experiencias, y de esas anotaciones surgieron mis primeras obras, que se remontan a 1990 (aunque he descatalogado casi todas las obras que escribí en esa primera época. El año 2001 marcó un antes y un después. Llevaba mucho tiempo escribiendo, pero ese año, aún si acabar los estudios superiores de composición gané 2 premios importantes (el Maestro Villa de Madrid, y el A. Gaos de la Orquesta Sinfónica de Galicia), desde entonces prácticamente todo lo que he escrito ha sido por encargo. A partir de ese año podríamos decir que me profesionalicé con la composición.
P: Además de compositor, eres director de orquesta y pedagogo, tres funciones fundamentales en el ámbito musical que suponemos puedes integrar en todas tus facetas. ¿Es así?
R: Bueno, estudié Dirección de Coro y Dirección de Orquesta, y aunque es cierto que he dirigido 3 años la orquesta de la Primitiva de Llíria, y alguna orquesta de forma puntual, como cuando dirigí la Orquesta de Valencia, mi terreno “natural” en cuanto a la dirección es la banda, en donde he trabajado muchísimo más. También he dirigido ensemble contemporáneo. Con respecto a la docencia, mi primer trabajo profesional fue como profesor de trompeta en los conservatorios Profesional de Soria y Superior de Murcia, después aprobé las oposiciones de secundaria, que me permitieron volver a Valencia, para seguir formándome, y después de 8 años volví al conservatorio pero ya para enseñar composición, primero al profesional de Valencia durante dos cursos, y desde hace once años en el superior. Todas mis facetas musicales se retroalimentan unas de otras. Especialmente la composición y la dirección se complementan muy bien. Hay épocas en las que compongo más frenéticamente, y hay épocas en las que acepto más invitaciones para dirigir, impartir cursos y conferencias, etc.
P: Tus composiciones han sido reconocidas en muchas partes del mundo. En esta ocasión lo hacen en casa. ¿Cómo vives estos reconocimientos?
R: Pues componer es como un pozo sin fondo, porque te embarcas en una creación y le dedicas todo tu tiempo, y la verdad es que es una gran alegría cuando ves que ese esfuerzo tiene la recompensa de llegar a los atriles y al público en repetidas ocasiones. Al principio era consciente cada vez que alguien tocaba algo mío, pero cunado tus obras se editan y se graban, adquieren vida propia, y a veces te enteras por casualidad de que se toca aquí o allá. Por ejemplo mi obra para trompa “Las tres rosas del cementerio de Zaro”, está publicada en París, y hasta la fecha se ha grabado en varias ocasiones, destacando el cd que grabó en Japón Radek Baborak (dicen que es de los mejores trompistas del mundo); esa obra ya ha sido 4 veces obligada en concursos internacionales, en Francia, Alemania, y este año en Colombia. Lógicamente me enorgullece muchísimo que eso ocurra, porque cada obra que haces es como una especie de hijo, y aunque a veces recibas noticas importantes, y lo celebres, piensas que es algo más, que hay que seguir trabajando duro, siempre. Porque a parte del talento y la suerte que se pueda tener, sin esfuerzo esas buenas noticias no llegan. La inclusión de mi 1ª Sinfonía como obligada de nuestro Certamen Internacional me dio una grandísima alegría, porque desde que en 2001 escribiera por encargo del CIBM “Polifemo”, ha habido bastantes interpretaciones de obras mías como libres en ese certamen, pero no de obligada, así que me alegra especialmente.
P: Para terminar, nos gustaría saber que significan para ti Las Bandas de Música y cómo observas su importancia en la sociedad valenciana.
R: Yo nací musicalmente en una banda. Para mi hay dos enfoques, la banda como máximo exponente de las sociedades musicales de nuestros pueblos, que cumplen una función social, cultural, festiva, y educativa, de incalculable valor; son una de nuestras mayores señas de identidad en el mundo, que hay que proteger y mimar. Y después está la faceta que a mi realmente me interesa tanto como compositor como director, la banda como instrumento sinfónico de concierto, que no tiene nada que envidiar a la orquesta, es simplemente otro medio sonoro, muy versátil y potente. En mi catálogo hay prácticamente el mismo número de obras para orquesta que obras para banda, y me duele que desde la gestión no se equipare una cosa con la otra. En Valencia tenemos un claro ejemplo: en el Palau de la Música tenemos dos formaciones de primer nivel, integradas por músicos que a veces son hasta hermanos, y que han recibido una educación musical similar, todos ellos igualmente profesionales, pero a la Orquesta de Valencia se la escucha en la temporada de abono los viernes por la tarde pagando, y la Banda Municipal queda relegada a los domingos por la mañana gratuitos. No lo entiendo!! O mejor dicho, lo entiendo, pero no lo comparto. Yo propondría los domingos por la mañana un ciclo de bandas amateurs en todo caso, y la Banda Municipal al igual que la Orquesta, las dos a la temporada de abono, alternando viernes, o viernes y sábado. En fin, yo no considero la banda como algo superior a la orquesta, pero en ningún caso como algo inferior, tenemos que llegar a una normalización, y Valencia es el lugar idóneo para ello.